26 de Enero 2004

Sangre de Robot

patogiratorio.jpg

Quizás es el momento de recobrar fuerzas para dar un último empujón, el último salto antes de que todo se despedace. Sé que las cosas a mi alrededor no son lo que parecen, que ciertos asuntos antes estáticos empiezan
a moverse lentamente en círculos, como las placas de la tierra que flotan sobre la lava. Tengo ganas de que todo se reagrupe o que todo estalle en mil pedazos. No puedo soportar esta incertidumbre. Hokusai ha agrupado millones de patos en esta área, no sé todavía con que intención. Me da que pronto lo
sabremos. Mi vida ha perdido sentido y creo que preferiría morir antes que ser una pieza más de este puzzle demencial. Escucho gritos en el pasillo, provienen del ala norte del edificio. No me tragué las pastillas para poder
estar lúcido gran parte de la noche. Oigo gritos en español. Lo sé porque solía ir de pequeño de vacaciones a Mijas, donde construía castillos con la única intención de que fuesen destruídos por la corriente.
- Yurika! Sálvame! Diles a estos monstruos que dejen de meterme cosas en los oídos!!AAAAAAAAAAAAAAAARGH!
Sergio grita con todas sus fuerzas. A su lado Yurika, con el pato y el pollo entre brazos, mira al suelo.
- Yurika! Maldita puta, ¿para eso me trajiste aqui? ¿Para que me despedacen como un animal?
- No lo entenderías, Sergio. Tu formas parte de algo más grande que la vida o la muerte - dice Yurika adquiriendo un tono más ronco, debido a que los graves del traductor están un poco cascados. - El sacrificio es necesario.
- Púdrete en el infierno – escupe Sergio – Te mataría con mis propias manos.
- Todo a su tiempo, Sergio – dice Hokusai – Guarda tu cólera para cuando sea necesario. Ahora intenta comportarte como un buen chico y no hagas que las
cosas se pongan más difíciles para ti.
- ¿Quién eres tú?
- Soy el padre de Yurika.
- Encantado suegro, tu hija es muy mañosa. Hace unas cosas con la boca que seguro que fué su madre la que se las enseñó.
Hokusai hace un gesto y los cirujanos introducen con mayor ahínco los instrumentos en su oído.
- AAAAAAAAAAAAAAAAARGGGHHHHHHHHH Cabrones!! Dejadme en paz! ¿Qué coño queréis de mí!!!!!!!!!!!!!!?????????????
- Necesitamos parte de tu tejido cerebral y sobre todo tu colaboración.
Sergio desmayado no contesta.
Me hago el dormido mientras oigo los pasos acelerados de un grupo de gente.
¡Vienen a por mí! Sin casi darme cuenta me han clavado una aguja que me permite estar despierto pero que me paraliza totalmente. En mi camilla sólo puedo ver los fluorescentes pasar delante de mi limitado campo de visión. Entramos en una sala que me recuerda a un hangar por su olor a frío y metal. La oscuridad es total. Debe de ser inmenso ya que oigo el eco de los pasos y el chirriar de las ruedas de las camillas. El gemido ascendente del generador y el golpe de luz me aturde dejándome únicamente manchas flotando ante mis ojos. Frente a mí, una gran estructura cubierta por una lona. Me acercan una mascara de gas e inhalo. Cuando recupero la consciencia, las voces de un coro me sacan de mi ensoñación química. Unos tonos vagos que sólo suben tres notas y que bajan esas mismos escalones de lo que parece una melodía escrita por monjes de una religión extinta. Después me doy cuenta que estoy flotando en una especie de líquido amniótico que me permite respirar, pero que limita mis movimientos a una flotación vertical casi imperceptible. Estoy lleno de cables, y un gran tubo que baja por mi garganta creo que se une con el otro tubo que tengo insertado en el recto. Me siento abierto como un animal listo para ser llevado al degolladero, me pongo a llorar.
El coro termina sus cánticos y se oyen unos aplausos fervorosos. Vestido con una túnica negra y con la cabeza afeitada, Hokusai levanta los puños y se hace el silencio entre las masas, deben ser miles.
- Necesito cuatro voluntarios para nuestro experimento, 2 chicos y 2 chicas, de edades comprendidas entre los 11 y los 14 años.
Cuatro pre-adolescentes son escogidos y se les abre el camino entre el gentío hasta llegar donde esta Hokusai.
- Un fuerte aplauso para estos cuatro héroes de la causa Pata.
La muchedumbre exaltada silba y aplaude. Hokusai bajo un foco se dispone a dar un discurso, y en la penumbra, tras el, los voluntarios son despojados de sus ropas por unos asistentes en batas blancas.
- Hace 30 años tuve una visón sobre un mundo mejor, sin enfermedades, sin hambre. Pero también tuve la certeza de que sólo podríamos controlar la naturaleza cuando supiésemos su funcionamiento. Me ha llevado gran parte de mi vida descubrir sus secretos más ocultos. He tomado rutas equivocadas y ha habido momentos de desesperación en los que estuve a punto de darme por vencido - Al unísono todos gritan un 'No' que retumba en las paredes de metal - No, no me di por vencido - dice Hokusai moviendo su cabeza de lado a lado – no me di por vencido sólo por una razón, y sabéis porque? - SIIIIIIIIII -la masa aúlla
– Porque tenía que salvaros a todos vosotros de vosotros mismos, de vuestra ansia de poder, de vuestro egoísmo, de vuestra codicia y de vuestras básicas ganas de violar lo único sagrado: nuestra madre tierra - los que están entre el gentío asienten para sí, como sumidos en un trance. - Después de seguir las trampas que la ciencia me marcaba tuve que buscar otras caminos menos ortodoxos que me dieron la clave de lo que vamos a presenciar hoy, el comienzo de una nueva era, la era del Pato!
Hokusai alza el pato en su puño derecho. La gente se vuelve loca gritando y los guardias de seguridad tienen que hacer uso de toda su fuerza para contener a la masa. El gentío repite como si fuesen zombis “El elegido, tiene al elegido “
- El elegido? Ese soy yo? Y si soy el elegido, elegido para qué? Pollo, dime de qué va todo ésto? – pollo asoma su cabeza por el bolsillo de la bata. - Lo sabrás en su debido momento.
– Pollo críptico de los cojones!.
Desde lo alto observo a toda esa gente que me mira con los mismos ojos con que me miraba Sergio. El que sean miles de persona las que me adoran del mismo modo lo hace mucho más repugnante y el asco se amplifica tanto que empiezo a sentirme extraño, un hedor oscuro sale de mi boca y quema mi pecho.
Hokusai me sostiene con fuerza, sabe que algo va a ocurrir, porque sus manos están sudadas y tiemblan.
¿Qué es ésto? Tengo movimiento y aumento de tamaño. A cada bocanada de aire que doy mi color cambia y una fuerza sobrepalmípeda se apodera de mí. Siento el sufrimiento de mis hermanos que han sido enterrados en fosas comunes estando aun vivos, siento las voces del interior de los océanos reclamando
venganza por todo el aceite vertido sobre su reinos esmeralda, los árboles lloran mudos al serle arrancada la piel a nuestra única madre y el viento me dice que tengo que matar, que no hay otra solución. Mi cometido me es revelado: soy el brazo vengador. Siento tanta rabia que cuando veo la sangre saltar por el aire una lagrima sale de mi ojo, aquel ojo que una vez fue plástico y que ahora por arte de magia se ha convertido en carne prieta y oscura de pato. Hokusai sonríe como un maniaco. El viento sopla con fuerza y les pide calma a todos los operarios. Mi fuerza aumenta así como mi tamaño. Bajo mi peso siento sus pequeños cuerpos crujir y su sangre empieza a formar parte de mí, soy una esponja que absorbe todo a su paso. He absorbido toda su sangre y aniquilado a todos los fervientes seguidores del pato, ahora forman parte de mí, algunos morían con una sonrisa en la cara, los muy estupidos ni corrían.
El silencio domina el campo de batalla, descanso un momento, cojo fuerza y lanzo un cuac que resulta más parecido a un rugido de un dinosaurio. Me giro lentamente porque me acabo de acordar de Sergio. Esa maldita rata también es humana y necesita ser castigada. El hangar tiembla a cada paso que doy. Hokusai baja el brazo y la lona cae. Un gran robot de cristal con forma de pato de pico de cuadrado espera desafiante. Dentro del robot se pueden ver todos los patos de juguete que fueron traídos aquí expresamente para ésto. Hokusai corre para colocarse en su posición, deja su bata en el suelo y cubierto solo por un calzón a lo sumo, escala hasta llegar a lo alto del robot. En diferentes partes del robot, gente desnuda flota dentro de sus esferas, todas ellas conectadas por tubos, y poco a poco la sangre de los ocupantes va pasando de una a otra. Primero a la de los cuatro voluntaries, quienes van quedando vacíos del líquido vital. Después Yurika y Sergio, quienes son mantenidos con las constantes vitales básicas. Ralf siente como el líquido fluye a través de su cuerpo mientras también ve sus propios fluidos ir y venir. Todos los cerebros han sido químicamente alterados para esta ocasión, cosa necesaria para que el robot rinda adecuadamente. Hokusai también está siendo sometido a la misma tortura. La energía utilizada no solo viene de la sangre de esta gente sino del amor que recibieron los peluches
y juguetes, pero falta una pieza por encajar. El robot empieza a moverse. A los controles está Hokusai, que permanece despierto gracias a los poderes
místicos del pollo que supervisa el funcionamiento de cada una de la partes del robot. Alza sus brazos transparentes preparados para el encuentro. Sé que lo único que tengo que hacer es destruir y es lo que voy ha hacer, no dejar que ninguna de estas criaturas malignas siga respirando. Cojo carrerilla para la embestida. El patobot hace lo mismo y ambos corren al encuentro del otro. Lo último que Ralf ve es al pato acercándose con los ojos llenos de ira “meine klaine ente”, solloza. Sergio esboza una sonrisa mientras se dice a sí mismo “te quiero pato”.
Yurika entona una canción de cuando era pequeña. Hokusai repite unos de sus poemas de memoria.

Detrás de los juncos
con los párpados cerrados
flota un pato de plástico.

Sólo el viento se atreve a desacrar el silencio. Unos segundos después una gran detonación y la onda expansiva que la acompaña lo hace temblar todo.
El hangar ha desaparecido, así como la pequeña comunidad de científicos, que ha sido barrida de la faz de la tierra.
Nada ha cambiado, todo ha sido en vano. Las vidas de los implicados han sido cercenadas sin razón alguna. La naturaleza no ha sido salvada y el deterioro del mundo sigue su lento e incasable descenso.

En Londres, en un centro social, un hombre asiático practica su canto en el viejo Karaoke.
En Alcorcón, un bebé acaba de nacer por cesárea y la madre está bien.
En Munich, la madre de Ralf va al mercado y tiene la sensación de haberse olvidado de algo, pero continua sin darle mayor importancia. El Alzheimer borró todo recuerdo de su hijo.
En Osaka, en un aula vacía, espera un niño a ser recogido por su madre.
Yurika nunca vendrá.
Sentado en una acera, un niño triste sonríe a su patito de plástico.


Gracias a todos los que me habeis leido, sois la sangre del pato
Cu-Cu

Posted by Chino Gordo at 6:25 PM | Comments (21)

4 de Enero 2004

El Padre, el Hijo y el Espiritu Pato

PARANOIA.gif

Al despertar noto las sabanas frescas recién lavadas de la enfermería donde me han tenido recluso no sé cuanto tiempo.
El maestro Hokusai me ha defraudado y recuperar mi confianza no va a ser algo fácil.
Las enfermeras me suministran más pastillas de colores varios que me amodorran y me producen ardor de estómago.
La comida a base de sopas y fideos de arroz está empezando a darme alergia.
Mi cuerpo se ha llenado de ronchas y eczemas. Nervios, supongo.
No estaba preparado para verle de nuevo y casi tiro el plato de sopa cuando vi su figura al pie de mi cama.
- Ralf, tenemos que hablar.
- No tenemos nada de que hablar. ¿Cuándo puedo irme?
- En cuanto llegue tu donante.
Sus palabras no acaban de ser procesadas - ¿Donante? ¿De qué me hablas?

- Escúchame atentamente Ralf y no te sobrexcites. Se nos fué la mano cuando te inoculamos el anestésico y ahora hay algunos tejidos de tu cerebro dañados. El donante está a punto de llegar, así que no te preocupes, en menos de una semana estarás en pie.
- Tus palabras están llenas de falsedad. Tenías todo esto preparado desde el principio. Querías tener al creador del pato no sé con qué oscuras intenciones. Ya que me tienes aquí postrado, ¿por qué no me abres en canal? Venga ¡Diseccióname mono amarillo! – grita Ralf, abriéndose el pijama clínico, señalando su pecho.
-Deberías descansar. El daño a tu cerebro está nublando tu raciocinio - continúa hablando en un tono amenazante – Formas parte de ésto, lo quieras o no. Necio, ¿aún no has comprendido que toda tu existencia sólo se completará cuando formes parte de este gran designio? ¿Que antes de que te encontrase no eras mas que un patético pajillero con ideales estéticos caducos? Vive como un hombre y enfréntate a tu destino, o muere como un gusano con la cabeza metida en el estiércol.
De la boca del maestro salen pilotos suicidas y su cara deformada por la ira hace que su mascara caiga y por fin veo lo que en realidad siempre estuvo frente a mí, un viejo enajenado por sus delirios de grandeza.
Rumio sus amenazas, pero no digo nada. Estoy cansado.
Tras dejar ese largo silencio al que los japoneses son tan aficionados, se da media vuelta y desaparece de mi vista.

El tren llega a la estación de Osaka. Allí para mi sorpresa un chofer con mi nombre nos aguarda.
-¿Sergio San? – pregunta el chofer
-Si soy yo.
-Acompáñeme por favor.
Noto su mano sudar y dice algo entre dientes en su idioma.
-¿Qué ocurre Yurika?
-Nada, nada - dice su voz robótica, un poco nerviosa por el reencuentro con los míos.
La quiero creer aunque mi sentido arácnido esta zumbando al máximo.

-Cua, estamos cerca, hermano, lo noto.
-¿Qué notas?
-Noto un poder arcaico que emana de estas tierras
-¿Si? ¿Y cómo lo notas? ¿Lo ves?
-No, lo siento.
-Que interesante...
-Tengo ganas de llegar a donde sea. Estoy harto de tanto misticismo de granja.
El pollo es majo pero ¡que charlas es! – dice el pato para si.

Posted by Chino Gordo at 6:48 PM | Comments (27)